domingo, 31 de marzo de 2013

EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO

Faena agrícola en la sierra peruana
ARGUMENTO:

El mundo es ancho y ajeno relata la vida de la comunidad de Rumi, ubicada entre las altas montañas de la Cordillera de los Andes, en el departamento La Libertad. Los indígenas que integran esa comunidad, encabezados por el alcalde Rosendo Maqui, se defienden de un déspota hacendado, don Álvaro Amenábar, quien, amparado por jueces corruptos y testigos falsos, quiere arrebatarle sus tierras para expandir su ya inmensa propiedad. Pero lo que en realidad más apetecía el hacendado era convertir a los comuneros en peones para que laboraran en una mina de su propiedad cercana a Rumi. Las tierras de cultivo tenían para él un valor secundario.
Debido a ello la comunidad de Rumi se encuentra permanentemente acechada por el despojo; cuando esto al fin sucede, los comuneros se trasladan a las alturas de Yanañahui, tierras pedregosas y de clima inhóspito, de escasa productividad, pero que al menos les permite mantener viva la comunidad. No obstante, muchos comuneros huyen en busca de un futuro mejor y se emplean en diversas partes del Perú, viviendo experiencias muy duras y hasta fatídicas. Varios capítulos de la obra se dedican a relatar las peripecias de algunos de estos comuneros, como Amadeo Illas, Calixto Páucar, Augusto Maqui, Demetrio Sumallacta y Juan Medrano.
Empero, las agresiones del hacendado continúan. Los comuneros, guiados por un abogado indigenista, apelan ante la Corte Superior para recuperar sus tierras, pero el expediente del juicio es robado por hombres contratados por Amenábar y termina en la hoguera. Algunos comuneros se unen a la banda del Fiero Vásquez, famoso ladrón, y se vengan a su manera de la gente de Amenábar. Rosendo Maqui es acusado de ladrón de ganado, de incitador de la violencia y de dar refugio a bandidos, entre ellos al Fiero Vásquez. El viejo alcalde es encarcelado y muere en su celda tras ser golpeado por los guardias.
Los años transcurren y una nueva perspectiva para la comunidad se abre con la llegada de Benito Castro, un antiguo residente de Rumi, hijo adoptivo de Rosendo, que retornaba tras 16 años de ausencia. Benito, que ha recorrido el país viendo las injusticias, y que además ha aprendido a leer y escribir, trae las ideas de la modernidad a la comunidad, la cual según su punto de vista debía abandonar supersticiones e ideas anticuadas que constreñían su desarrollo, aunque conservando lo mejor de ella, como era la ayuda comunitaria. Es elegido Alcalde y bajo su dirección, la comunidad, con sede en Yanañahui, resurge y empieza a prosperar.
Sin embargo, ante un segundo juicio de linderos interpuesto por el ambicioso Amenábar, los comuneros, por instigación de Benito, se levantan en armas para evitar el despojo. La sublevación es brutalmente reprimida por la guardia civil, aliada con los caporales de Amenábar. Los comuneros rebeldes son aniquilados uno tras otro cayendo bajo el fuego de la ametralladora. La comunidad desaparece así.

ESCENARIOS

El caserío de Rumi, comunidad arquetípica de los Andes, se ubica en la sierra del norte del Perú. Está situado entre el arroyo Lombriz (que era el límite con la Hacienda de Umay, propiedad de don Álvaro Amenábar) y la quebrada de Rumi (donde partía la acequia que alimentaba de agua al poblado). Posee tierras muy fértiles donde se cultiva el maíz y el trigo. De otro lado, los guardianes tutelares de la comunidad son el cerro Rumi y el cerro El Alto. Estos cerros agrestes rodean la llanura de Yanañahui frente a la cual está la laguna del mismo nombre. Dicha pampa solía estar cubierta de agua en invierno, por lo que le hacía inapta para el cultivo; este era solo posible en las faldas de los cerros, pero solo de productos de altura y de baja calidad: quinua, papas,...
Pero Rumi, si bien es el principal escenario de los hechos, no es el único. En realidad la novela abarca múltiples escenarios: prácticamente están representadas todas las regiones o altitudes de la agreste y variada geografía del Perú, desde la costa hasta la selva.

ÉPOCA:

Los sucesos de la novela se desarrollan entre los años 1912 y 1929, aunque en el primer capítulo el autor hace algunas regresiones a las dos últimas décadas del siglo XIX, relatándose algunos episodios de la historia pasada de Rumi. También en capítulos posteriores se interpolan historias pasadas, como el relato de la rebelión de Pedro Pablo Atusparia (1885) y la masacre de los indios cashibos, en la selva peruana(1866).
En dicha época estaba en boga el gamonalismo, un sistema de explotación de los campesinos de las haciendas, caracterizado por su baja productividad, su baja rentabilidad, el derroche de fuerza de trabajo y la exclusión cultural de sus peones agrícolas. Los gamonales ostentaban un apreciable poder local y eran los más firmes propagadores de la tesis de la inferioridad racial del indígena, tachándola de vicios que ellos mismos procuraban mantener, como la ignorancia, el consumo de alcohol y de coca. Las comunidades indígenas seguían sin embargo subsistiendo pese a que los gamonales hacían todo el esfuerzo por engullir sus tierras y reducir al indio a la condición de siervo.
Por esa época surge también la corriente indigenista que agrupa a intelectuales que procuran la redención del indígena. Se funda en 1909 la Asociación Pro-Indígena, por Pedro Zulen y Dora Mayer de Zulen, que cuestiona al gamonalismo.
Políticamente es la última fase de la llamada República Aristocrática, que dio pase al Oncenio de Augusto B. Leguía (1919-1930), época en la cual se produjeron muchas rebeliones de indígenas con la subsiguiente represión.

PERSONAJES:

Rosendo Maqui, es el alcalde de Rumi.
  • Don Álvaro Amenábar y Roldán, el ambicioso y desalmado hacendado de Umay, inmensa hacienda que ocupaba buena parte de la provincia. Su padre, don Gonzalo Amenábar, era quien había empezado a expandir la propiedad, enfrentando a otros poderosos hacendados de la zona, como los Córdova.
  • Bismarck Ruíz, un tinterillo contratado como «defensor jurídico» de Rumi durante el primer juicio de linderos.
  • El Fiero Vásquez, es un temido bandolero de la región.
  • Benito Castro, hijo de un montonero y de una comunera de Rumi, fue fruto de una violación. El esposo de su madre aceptó cuidarlo como si fuera suyo, aunque siempre recordándole que era un indio «mala casta». 

 Secundarios:

  • Pascuala, la esposa de Rosendo, fallece muy anciana, al principiar el relato.
  • Anselmo el tullido, un indio inválido que era un eximio tocador de arpa. Rosendo y Pascuala lo crían como a un hijo. Tras el traslado de la comunidad a Yanañahui no soportará el clima muy frío y fallecerá poco después.
  • Porfirio Medrano, regidor de Rumi. Era un montonero azul que se había avecindado en Rumi, casándose con una moza. Conservaba su viejo rifle Pivode, que usaba para cazar venados. Tras el primer despojo, sus adversarios encabezados por Artemio Chauqui logran que se le destituya de su cargo. Vivirá hasta ser testigo del último despojo de la comunidad y morirá defendiéndola.
  • Goyo Auca, regidor de Rumi, muy adicto a Rosendo.
  • Clemente Yacu, regidor de Rumi, se distinguía por su arrogancia y buen sentido, y por su conocimiento de los suelos propicios para determinados cultivos.
  • Artidoro Oteíza, regidor de Rumi. Era blanco aunque sus ancestros habían sido siempre comuneros, no habiendo noticias de mestizaje cercano. El narrador sostiene una posible y lejana ascendencia española.
  • Ambrosio Luma, regidor de Rumi, elegido en reemplazo de Porfirio Medrano. Era gran trabajador, muy sencillo y modesto
  • Artemio Chauqui, era descendiente del viejo Chauqui, un comunero que era recordado por su sabiduría. Sin embargo, Artemio no igualaba al brillo del ancestro. Se muestra adversario de Porfirio Medrano, a quien achaca ser un foráneo. También se opone a Rosendo defendiendo la opción de la resistencia armada tras el primer juicio de linderos. Tiempo después se opondrá también a los cambios implementados por Benito Castro. Representa la defensa de las tradiciones de Rumi frente a la modernidad.
  • Abram Maqui, hijo mayor de Rosendo Maqui. Era un diestro jinete. Su esposa era la Eulalia y su hijo se llamaba Augusto. Falleció durante la epidemia de gripe de 1921.
  • Evaristo Maqui, hijo menor de Rosendo Maqui, era herrero, oficio que aprendió en el taller de Jacinto Prieto. Alcohólico y relajado, murió intoxicado con ron de quemar.
  • Teresa, hija mayor de Rosendo Maqui, ella es la que da un discurso laudatorio durante el funeral de su madre.
  • Juanacha, hija menor de Rosendo Maqui, esposa de Sebastián Poma y madre del pequeño Rosendo Poma. Tras la muerte de su madre, la Pascuala, se traslada a vivir junto con su padre. Vivirá hasta ser testigo del despojo final de la comunidad.
  • Nasha Suro, la adivina o bruja de Rumi, quien predice la desgracia de la comunidad. Su padre había sido un curandero muy célebre, que había sanado a don Gonzalo Amenábar, el padre de don Álvaro, de una fractura grave en la cabeza. Los comuneros esperaban que con sus artes Nasha hiciera algún maleficio a don Álvaro, pero ella termina por confesar su incapacidad para realizarlo. Luego del primer despojo se instala en Yanañahui pero desaparece poco después. No se supo de ella durante mucho tiempo hasta que apareció por el distrito de Uyumi, enfrentando al cura don Gervasio Mestas. Debió morir en edad muy avanzada.
  • Don Gervasio Mestas, el cura del distrito de Uyumi, era un español treintón y locuaz, blanco y obeso. A él recurren Rosendo y los regidores para pedirle consejo ante el despojo sufrido. Don Gervasio se limita a aconsejarles que aceptaran la voluntad de Dios y guardaran sus mandamientos.
  • Arturo Correa Zavala, joven abogado, miembro de la Asociación Pro-Indígena. Aceptará defender a la comunidad durante el segundo juicio de linderos, no cobrando por sus servicios. Vive muy pobremente.
  • El vaquero Inocencio, comunero de Rumi, padre de Tadea.
  • Jacinto Prieto, el herrero de Rumi. No era originario de la comunidad, sino que había venido de otro pueblo, pero había arraigado y se sentía un comunero más. Se ofrecerá para testificar a favor de Rumi en el primer juicio de linderos, pero será provocado por un pleitista apodado El Zurdo a quien golpeará rudamente. Encarcelado por este hecho, tiene esperanza de la justicia y hasta envía una carta al Presidente de la República. Terminará decepcionado. Saldrá de la cárcel merced a un pago de mil soles, dinero que le obsequia el Fiero Vásquez.
  • Augusto Maqui, hijo de Abram Maqui y nieto de Rosendo Maqui, es un joven fornido e impulsivo. Se enamora de una pastora llamada Marguicha. Es enviado a espiar a la hacienda de Umay de don Álvaro, logrando escapar tras matar de un machetazo a un perro guardián. Tras el primer despojo partirá a trabajar a las caucherías de la selva seducido por la paga alta que le ofrecen. Allí será testigo del horrible abuso que los caucheros cometen sobre los nativos selváticos. Quedara ciego debido a un accidente y se unirá a una nativa llamada Maibí. No volverá más a Rumi.
  • Marguicha (diminutivo de Marga), es una joven pastora de Rumi, pareja de Augusto Maqui, con quien se une durante una noche de luna llena, durante la cosecha. Pero Augusto la deja, partiendo a trabajar a las caucherías de la selva. Al final Marguicha se casará con Benito Castro con quien tendrá un niño, a poco de ocurrir el segundo y definitivo despojo de la comunidad.
  • Doroteo Quispe, comunero de Rumi, «indio de anchas espaldas», que era un gran rezador. Se sabía muchas oraciones para determinadas ocasiones, siendo la que más recomendaba la «Oración del Justo Juez» que según él alejaban las desgracias a quien lo repitiera sin cometer el más mínimo yerro. Se hace amigo del Fiero Vásquez. Tras el primer despojo de Rumi se pliega junto con otros comuneros a la banda de dicho bandolero. Tomará venganza sobre Bismarck Ruíz, Zenobio García y el Mágico Contreras. Luego retorna a la comunidad instalada en Yanañahui y será uno de sus defensores durante el segundo despojo.
  • Paula, esposa de Doroteo Quispe. No era de Rumi sino que de otra comunidad lejana. Le acompaña su hermana Casiana. Ambas habían huido de unos patrones explotadores para quienes trabajaban pasteando ganado en la puna.
  • Casiana, mujer que al principiar el relato tiene unos 30 años. Es cuñada de Doroteo Quispe y soltera. Se convierte en amante del Fiero Vásquez. Con él tiene un hijo, llamado Fidel Vásquez.
  • Valencio, hermano de Paula y Casiana, quien junto con ellas se dedicaba al principio a cuidar ovejas en la altura, al servicio de un patrón explotador, quien solía azotarlo cuando se perdía algún animal. Cansado de los abusos, mató a un caporal y se internó en la puna, guareciéndose en cuevas, hasta que fue reclutado por la banda del Fiero Vásquez. Su aspecto era grosero y primitivo y su habla muy primaria. Sin embargo se destaca por su valor y arrojo. Finalmente se sumará a la comunidad instalada en Yanañahui, donde tomará por mujer a una india llamada Tadea. Luchará contra los guardias civiles durante el último despojo, sucumbiendo junto con los otros comuneros.
  • Fidel Vásquez, hijo del Fiero Vásquez y Casiana. Morirá durante el segundo despojo de Rumi, con apenas 15 años de edad y empuñando un arma de fuego.
  • Eloy Condorumi, comunero de Rumi, que junto con Doroteo se suma a la banda del Fiero Vásquez.
  • Jacinto Cahua, comunero de Rumi, uno de los opositores de Rosendo Maqui y partidario de la defensa violenta frente al primer despojo. Su posición es rechazada por la comunidad y junto con Doroteo se suma a la banda del Fiero Vásquez. Fallece poco después durante una lucha contra los gendarmes.
  • Mardoqueo, comunero de Rumi que se dedica a la fabricación y venta de esteras, abanicos y otros utensilios de totora. Enviado a espiar a la casa-hacienda de Amenábar, es descubierto y azotado. Se vengará haciendo caer una galga sobre la comitiva de don Álvaro, lo que causará la muerte al tinterillo Iñiguez. Descubierto, morirá abaleado.
  • Amadeo Illas, comunero de Rumi, que tiene la habilidad de contar fábulas y cuentos. Huye junto con su esposa para escapar de la pobreza de Yanañahui y se interna en la ceja de selva, empleándose como raumador en una plantación de cocales a orillas del río Calchis, atraído por la buena paga. Pero no se acostumbra a la fatigante labor y al mismo tiempo es testigo de la explotación del indígena de parte de patrones y caporales malvados. Su propia esposa es violada por los caporales mientras se hallaba ausente, pero ella no le cuenta nada. Endeudado, huye hacia otra hacienda, cuyo patrón acepta pagar la deuda a cuenta de su trabajo. Tiempo después, su amigo Demetrio Sumallacta le encuentra contando cuentos en la capital de la provincia. Las adversidades no amenguaron pues, su talento.
  • Calixto Páucar, comunero de Rumi, quien tras el primer despojo de Rumi partirá hacia el asiento minero de Navilca, para emplearse como peón de mina. Su llegada coincide con una huelga de mineros a raíz del cual muere víctima uno de los disparos realizados por los gendarmes. Es enterrado como desconocido.
  • Demetrio Sumallacta, joven flautista de Rumi, amante de las aves canoras, es quien incorpora en el relato aires poéticos. Huirá también de la pobreza de Yanañahui, instalándose en la capital de la provincia, donde vive junto con su mujer y su suegro, dedicado a la venta de leña y otros trabajos eventuales. Su encuentro con unos futres (petimetres o presumidos) es relatado en el capítulo XX.
  • Juan Medrano, comunero de Rumi, hijo del regidor Porfirio Medrano. Con su esposa Simona y sus dos hijos Poli y Elvira se traslada a Solma, en la ceja de selva, para emplearse como colono o aparcero de las tierras de un patrón ambicioso, que le requisa casi toda la cosecha dejándole solo la cantidad necesaria para su sustento
  • Simona, la esposa de Juan Medrano. Es una india recia, de caderas y senos prominentes.
  • Adrián Santos, hijo de Amaro Santos, un comunero de Rumi. Su padre era uno de los tantos comuneros que habían nacido fruto de las violaciones de los montoneros en las muchachas de Rumi. Adrián aparece en el capítulo titulado «El maíz y el trigo», todavía niño, sumándose al grupo de repunteros enviados a reunir el ganado. Años después, Adrián parte hacia la costa en busca de trabajo, dejando en Yanañahui a su mujer Casimira Luma. En Trujillo trabaja en obras de canalización.
  • Casimira Luma, llamada familiarmente Cashe o Cashita, es la esposa de Adrián Santos. Es una muchacha dulce. Espera con paciencia el retorno de su esposo, de quien recibe una carta esperanzadora.

Los despojadores y sus cómplices

  • Doña Leonor, la esposa de don Álvaro, quien criaba a sus hijas en la casa-hacienda.
  • Óscar Amenábar, hijo de don Álvaro Amenábar, inescrupuloso como su padre. Gana una diputación para el Congreso de la República y se traslada a Lima.
  • Ramón Briceño, el jefe de los caporales de don Álvaro, quien le guarda mucha confianza.
  • Melba Cortez, la amante del tinterillo Bismarck, era apodada «La Costeña», pues efectivamente, era de la costa. Físicamente era alta, blanca, de edad ya madura y algo gruesa. Había llegado a la capital de la provincia muy delgada y pálida, pues sufría de tisis, pero a decir de ella, el aire serrano la mejoró. Se convirtió entonces en una escaladora social, explotando sus encantos femeninos, y varios notables del pueblo fueron sus víctimas. El último resultó ser Bismarck Ruíz, quien le cedió una casa, ante la ira de su esposa. Convencerá al tinterillo de recibir el soborno de Amenábar, pero fallecerá durante el viaje frustrado de ambos a la costa, sin poder disfrutar del dinero.
  • Zenobio García, gobernador del distrito vecino de Muncha, «un cholo gordo y rojizo como un cántaro». Tenía una destilería de aguardiente y una hija muy bella, llamada Rosa Estela, a quien esperaba casar con un buen partido. Sirve como testigo falso durante el primer juicio de linderos contra la comunidad de Rumi. Por ello, un grupo de comuneros convertidos en bandoleros toman venganza contra él: atacan su casa, destruyen su destilería y violan a su hija. Zenobio perderá su puesto de gobernador pero conservará cierta importancia. Durante el segundo juicio de linderos de Rumi apoyará a los comuneros.
  • El Mágico Julio Contreras, era un mercachifle o comerciante, «cincuentón alto y huesudo, de cara larga y amarilla». Solía llegar a Rumi ofreciendo sus baratijas, telas y zapatos, entre otros artículos, siendo muy hábil para convencer al más regateador de los clientes. Su apelativo de «Mágico» se remontaba a su época juvenil, cuando era malabarista de una compañía de saltimbanquis que recorría el país promocionando su «salto mágico». De esa época lejana gustaba contar una anécdota suya sobre la manera en que engañó al mayordomo de la fiesta de un pueblo, comprometiéndose a dar una función de su salto mortal, para luego fugarse llevándose el dinero de las entradas, sin cumplir su promesa. Sirve como testigo falso durante el primer juicio de linderos contra la comunidad de Rumi. Doroteo Quispe lo captura y se venga arrojándolo a un pantano.
  • El tinterillo Iñiguez, «suma y compendio de los rábulas de la capital de provincia», servía los intereses de Amenábar contra la comunidad de Rumi. Tenía tercer año de derecho en la Universidad Nacional de Trujillo Morirá con el cráneo aplastado por una galga, empujada por el comunero Mardoqueo, al momento de producirse la primera toma de las tierras de Rumi. Su muerte servirá para acusar a Rosendo como incitador de la violencia.

 Otros personajes

  • Alemparte, secretario general del Sindicato de mineros de Navilca. Encabezará una huelga exigiendo mejor pago y seguridades en las labores. Morirá abaleado por los gendarmes.
  • Alberto, obrero del asiento minero de Navilca, quien se hace amigo de Calixto Páucar y se pliega a la huelga de mineros.
  • El viejo don Sheque, veterano minero que gustaba relatar en los salones de Navilca historias antiguas de la mina.
  • El gringo Jack, que trabajaba de mecánico en el asiento minero de Navilca. Influenciado por las ideas socialistas, se suma a la causa de los trabajadores.
  • Lorenzo Medina, sindicalista y propietario de una lancha llamada «Porsiaca». Trabaja en el Callao junto con Benito Castro. Tras explotar su embarcación consigue otro empleo y participa en el paro de obreros de Lima y Callao de 1919, en la cual es apresado.
  • El italiano Carbonelli, amigo de Lorenzo Medina y Benito Castro, pobre y desempleado que vivía en un callejón del puerto del Callao.
  • El loco Pierolista, bohemio cantor y poeta popular, que con sus versos improvisados ridiculizaba a las autoridades y mandones. Le decían «pierolista» pues solía dar vivas a piérola, el caudillo y presidente del Perú del siglo anterior, aunque nunca pudo explicar el motivo de tal adhesión, ya desfasada para la época. Por recitar unas coplas burlescas contra los Amenábar es encarcelado por unos días.
  •  Absalón Quíñez, uno de los presos de la cárcel en donde se halla Rosendo. Cuenta orgulloso haber sido ayudante de un colombiano falsificador de billetes y cómo en otra ocasión estuvo a punto de engañar a un cura con el cuento del entierro o tapado de tesoros, pero fue descubierto y por esa causa se hallaba en la cárcel. Poco después es soltado, y antes de salir dice en voz alta que la cárcel era solo para los sonsos.
  • Los «tres futres (petimetres o presumidos) raros», mencionados en el capítulo XX: un folklorista, un escritor y un pintor, que discuten sobre las cualidades de la raza india.
Apreciación crítica

«Las virtudes descriptivas de Ciro Alegría, su poder evocativo, su aliento telúrico, su capacidad para crear personajes vívidos, un argumento interesante, una sabia conducción de los eventos narrativos, su talento para llevar el drama individual a una dimensión universal, hacen de El mundo es ancho y ajeno una novela espléndida y única dentro de la literatura peruana.» (Ricardo Silva-Santisteban).
«La novela atrae desde la primera página. Alegría emplea un estilo directo, sencillo, elegante y rico en vocabulario y sintaxis. Presenta sus escenas con prolijidad de cineasta.» (Luis Alberto Sánchez).
«El mundo es ancho y ajeno, la obra cumbre de Ciro Alegría, es una gran novela, ancha pero no ajena. Está escrita con una sensibilidad humana auténtica, pero desde el punto de vista indigenista, y no por un indígena.» (José Saramago).
«Como ha sido bien observado por la crítica, Ciro Alegría no escribe novelas de tesis. Su mensaje es muy simple y trabaja con profundidad. Aparentemente menos agresivo que Jorge Icaza, Alcides Arguedas o Miguel Ángel Asturias, el novelista peruano no grita pero convence. Su estilo sobrio, sensible e intenso parece hallarse cómodo junto al alma del indio, cuya fuerza poética logra transmitir en una inusual proeza de simpatía.» (Mario Benedetti).
«…El mundo es ancho y ajeno descuella por su espléndido título y su empeño totalizador, que, a la manera de las grandes novelas realistas decimonónicas, abraza todo el movimiento de una sociedad en un vasto mural narrativo.» (Mario Vargas LLosa).

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